jueves, 23 de junio de 2011

Irresponsabilidad financiera a gran y pequeña escala.

Iba a hacer una entrada referente a la inseguridad y cómo afecta a la vida diaria de alguien como yo. Afortunadamente no me ha sucedido nada (ni a mi familia); pero con tantas publicaciones al respecto y pocas ideas que puedo agregar, se me hizo más interesante comentar una noticia que leí el día de hoy: “bancos europeos deben 30 euros para cada uno que tienen de capital”.

Parafraseando a CNNExpansion.com, uno creería que los bancos griegos, portugueses o irlandeses – países que deben más que su PIB – serían los más emproblemados. Sin embargo, son los bancos de los motores de la Unión Europea – Alemania y Francia – aquellos con la situación más frágil. Básicamente, por cada euro que tienen de capital propio deben 30 euros (o más). Haciendo un símil, imagínese que usted cuenta con $10,000 de ahorro; esto significaría que sus deudas ascenderían a $300,000. Lehman Brothers estaba en una situación similar antes de quebrar e iniciar – oficialmente – la Gran Recesión de 2008.

Con la siempre presente posibilidad de que Grecia entre en moratoria de pagos de su deuda soberana, los bancos a los que debe deben preocuparse. Nuevamente, parafraseando a CNNExpansion.com, una falta de liquidez puede llevarlos a una consecuente falta de confianza de sus acreedores: fondos de inversión estadounidenses. Todo esto conllevaría a un remolino que indiscutiblemente nos afectaría. Los capitales de inversión se irían a lugares más seguros como los EUA (con todo y sus problemas de endeudamiento), Japón o Reino Unido. Menos dólares en México significan un dólar más caro, menos inversiones, y un largo etcétera.

Ahora bien, la irresponsabilidad financiera no sólo se da en grandes grupos financieros. Nosotros mismos podemos ser víctimas de nuestra irresponsabilidad financiera. Hay una fórmula – la más básica de Economía – que dice que si el Ingreso es mayor al gasto se tendrá un sobrante; por el contrario, si el ingreso es menor al gasto se tendrá pérdida (o deuda). Yo encuentro dicha fórmula súper sencilla e infalible. La gran pregunta es por qué la gente se endeuda más de lo que puede pagar.

Las respuestas a la anterior pregunta son muchas y van desde lo aspiracional hasta la compulsión. No obstante, al final de cuentas lo que importa es cuánto estamos dispuestos a endeudarnos por gozar de bienes y servicios. Los especialistas en finanzas personales sugieren que no sea más del 30%, sin incluir deuda hipotecaria (la cual es patrimonial). El tener deudas que se comen todo el presupuesto mensual o hasta más sólo provoca que caigamos en más y más deuda: ya sea por tasas de interés o por pedir más prestado. Esto sin considerar los efectos colaterales que se pueden provocar las ansias y el estrés en nuestra salud.

Si se me permite recomendar, creo que uno debe tener lo que puede pagar en el plazo del corte y fecha límite de pago de su tarjeta. Tan simple como eso. Comprar lo que se pueda. Añadiría que, de ser posible, se ahorre no menos del 10% del ingreso mensual. Aunque si se tienen deudas, primero salir de ellas y posteriormente ahorrar. Gastemos lo que tenemos, no lo que creamos que tendremos.

Como de costumbre, me despido con una cita interesante que a su vez es recomendación: “Es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas”. Benjamín Franklin.

Maternidad, ¿el ser mujer?

Hace poco escribí sobre la paternidad. Titulé dicha entrada como “Paternidad Forzada” en una clara referencia a mi sentir. Múltiples comentarios y sentires he recibido y reconocido por esta publicación. Desde los que estuvieron a favor, en contra, objetivos, sentidos… en fin, una buena cantidad de letras. Siempre es sabroso leer dichos comentarios porque me enriquecen y, en algunos sentidos, hacen cambiar algunas de mis opiniones o, como en esta ocasión, reflexionar.

La maternidad es una de las grandes maravillas de la naturaleza. Crea un lazo psíquico tan fuerte entre la madre y el hijo que rompe la barrera biológica. Cada vez que leo o escucho de las maravillas de cómo un niño se gesta más me sorprendo. Millones de años de evolución han resultado en una relación que como dije, va más allá de lo biológico entre la madre y su cría.

La evolución ha dotado al ser humano – o a la gran mayoría de ellos – con una necesidad de reproducirse que – desde mi punto de vista – fue uno de los factores que ayudó a que esta especie poblara el mundo. Mientras el macho se preocupaba por esparcir sus genes, la hembra se preocupaba por mantenerlos vivos. Por este motivo, es la mujer la que desarrolló un lazo afectivo más emotivo con su cría que el hombre. La búsqueda de ese lazo formó parte de su ser como mujer.

Ahora bien, no todas las mujeres buscan tener hijos. Muchas porque no se imaginan como madres, otras porque dan prioridad a su carrera y otras porque simplemente no tienen oportunidad de encontrar pareja (todas las anteriores aplican para los hombres). Para mí, eso las hace tan mujeres como aquellas que tienen hijos. No me involucraré en temas morales – religiosos en si la mujer se consolida como tal siendo madre. Para mí son patrañas. Quien quiere reproducirse puede recurrir a muchos métodos que hoy en día existen. El objetivo de esta publicación es otro.

Al inicio de esta publicación mencioné que muchos comentarios a mi blog me han ayudado a enriquecer mi criterio. En esta ocasión, reflexioné en que el que yo no quiera hijos no necesariamente es la elección que mi señora desee. Por mucho que ella conozca o conociera mi opinión al respecto reflexioné: no puedo negarle a ella el derecho a ser madre. Muchos me dirán que puede ser un flaco favor si lo hago sin ánimo o si es por miedo a perderla. Por el contario, sólo por amor a ella lo haría. Amar es recibir pero también dar. Mi gusto o disgusto por las crías no ha cambiado, pero sí mi tajante idea de no desear que mi señora goce de ese triunfo de la evolución que es la maternidad.

Como de costumbre me despido con una cita, en esta ocasión de Honoré de Balzac: “Jamás en la vida encontrarás ternura mejor más desinteresada que la de tu madre”.

jueves, 16 de junio de 2011

Paternidad Forzada

Hace mucho que no hago una entrada a este blog. Es más, hasta uno nuevo estoy planeando, el cual espero no abandonar como éste. Y no, el tema de esta entrada no se debe a que haya tenido un embarazo no deseado; más bien, quiero abordar el tema de aquellos embarazos cien por ciento planificados, pero no deseados.

Mucho se ha hablado de los embarazos no deseados, sobre todo entre menores de edad y jóvenes estudiantes. Estos son los peores casos, dado que las criaturas nacidas en estas circunstancias enfrentan situaciones como rechazo – de sus padres y social – así como pobreza en las más veces. También existen embarazos entre parejas casadas (o en concubinato) que no son planeados y que pueden sufrir la misma situación. Sin embargo, ¿qué sobre aquellos niños concebidos por presión social o familar? Puede ser que no enfrenten rechazo social ni pobreza (esto en el entendido que una planificación familiar es más común en parejas de niveles socioculturales más altos), pero sí pueden enfrentar un rechazo parental significativo.

¿Cuáles son los motivos para que una pareja decida tener un hijo de manera forzada? Veo dos casos:
a) Cuando uno de los cónyuges desea procrear y el otro no.
b) Cuando ambos no desean realmente procrear y ceden ante presiones familiares o sociales.

Veo más grave la primera dado que puede llevar a que la pareja se separe. Después de todo, la necesidad de reproducirse (necesidad biológica – psíquica) puede más que la decisión racional. Esta diferencia puede ser irreconciliable. Sin embargo, imagino que al final la parte que no desea hijos termina cediendo con tal de no perder a su pareja. Encuentro lamentable la situación recién descrita. Es, en esencia, un juego de ruleta rusa para el producto. ¿Será querido? ¿Será amado por sus dos padres? ¿Sentirá rechazo durante su desarrollo? Es una ruleta rusa porque es jugar a que “la naturaleza” hará querer a esa criatura. ¿Será? ¿Y si no? Los efectos negativos potenciales para la criatura son amplios.

Como casado, he sufrido la presión familiar y social. La encuentro de muy mal gusto. ¿Qué le importa a la gente si se desea o no un hijo? Al final, la decisión es de pareja. Excusas para tener un hijo son muchas:
- Que es muy padre
- Que si no quiero hijos, ¿para qué me casé?
- Que cambiaré cuando nazca
- Que son la felicidad plena
- Que es la manera de trascender
- Etc, etc.

A todas tengo respuesta:
- "Que es muy padre." También a mí me gusta el automovilismo y el rugby y no por eso quiero que todo mundo se ande partiendo la madre jugando o corriendo.
- "¿Qué para qué me casé?" Pues porque deseo vivir en pareja con la persona que amo, no con aquella que no ha llegado.
- "Que cambiaré cuando nazca." ¿Y si no?
- "Que son la felicidad plena." De acuerdo, pero para quien desea hijos.
- "Que es la manera de trascender." Pues será genéticamente, porque espero trascender por mis actos y legado.

No estoy en contra de los niños. Simplemente no me gustan y no me he visto nunca como padre. No es parte de mi formación como ser humano el tener hijos. No lo veo como algo natural porque en tanto que seres humanos, nuestra naturaleza es romper la naturaleza misma. Conozco gente que desea, con todas sus fuerzas, ser padres. Hay quienes no pueden y desean forzar a la naturaleza a serlo. No estoy en contra. Simplemente somos polos opuestos.

Personalmente, creo que caeré dentro de la primera opción. Lo digo sin tapujos. Lo haré porque amo a mi esposa y sé que eso la hará feliz. Jamás me he visto como papá. ¿Qué tanto cambiaré yo? Puede que nada. Puede que mucho. Como dije, es una ruleta rusa.

Y hablando de cuestiones rusas, me despido con dos citas (una de un ruso):
“Los hijos son tormento, y no otra cosa.” Lev Tolstoi
“Es un dichoso infortunio el no tener hijos.” Eurípides de Salamina