domingo, 25 de enero de 2009

Comportamiento, una reflexión

El día de hoy al conducir en hacia la Universidad Anáhuac del Norte, en el limítrofe al D.F. municipio de Huixquilucan en el Estado de México, noté que al querer pasarme al carril izquierdo de la vía sobre la que conducía, una mujer en una Nissan X-Trail estaba en ese mismo carril, pero más atrás. Cuando vi, mi percepción fue que al ver ella mis intenciones de pasarme a su carril, aceleró para impedirlo. Por supuesto que, como buen defeño aceleré y me metí a fuerza a su carril. Listo, una escena cotidiana en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

Sin embargo, el asunto no terminó allí. Resulta que dicha chica tenía el mismo derrotero que mi esposa y yo, la citada casa de estudios. Me estacioné y cuando bajé de mi vehículo, la chica me preguntó: “Disculpa, ¿viste cómo te me cerraste hace rato?” Debo admitir que me tomó por sorpresa. No pude decir nada. Le respondí un casi, casi: “Sí, ¿y?” Ella contrarrestó diciendo que “me lo decía en buena onda, pero que tenía que espejear más para manejar mejor.” No supe cómo reaccionar y le di un “Gracias” seguido de una expresión de mi mano dándole a entender que me valía muy poco su opinión. Finalmente, ella me volvió a decir “lo digo en buena onda, no tienes que ponerte así.” Mi reacción fue similar mi anterior: “por eso te digo gracias, en buena onda”, aunque con un tono realmente de hastío.

¿A qué viene todo esto? Creo que me porté como un barbaján y como un verdadero macho. No toleré que alguien me dijera mi error y sobretodo, que lo hiciera con vehemencia. Se requiere coraje para admitir errores, pero se requiere de más coraje para decirle a la gente que está mal lo que hace. Reflexioné esto mientras me tomaba un buen café expreso doble y decidí escribirle una note de disculpa y dejarla en su camioneta. Demasiado tarde. Cuando la tenía lista ella había partido.

Si al menos más personas tuviéramos el coraje para decir las cosas de esta chica (y espero que ella siempre sea así), y que ese mismo número de personas no reaccionaran como yo lo hice este país tendría menos problemas relacionados con actitud. Al menos a mí, esta chica me cambió la manera de pensar no sólo al conducir sino al reaccionar en general ante la gente. Muchas veces me molestaba siquiera que alguien, porque ése es su trabajo, me dijera que era hora de cerrar o alguna cosa por el estilo.

Como de costumbre, me despido con una cita, en esta ocasión, es de las reglas corporativas de Wal-Mart, su denominada regla de platino: “Trata a los demás como quieran ser tratados, no como quieras que te traten a ti.”

1 comentario:

  1. Hola Isra, pues lo prometido es deuda y ya le di un vistazo a tu blog, muchas felicidades también y como verás ya me hice tu seguidora!, saludos!.
    P.D. contestando a tu pregunta doy clases en la universidad de Tolosa, tal vez no la ubiques porque tiene rato que no estás aquí. Bye!

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