lunes, 12 de enero de 2009

De historias y mitos.

Este pasado fin de semana acabo de ver la película "Rey Arturo". Invariablemente una película con un enfoque distinto a todo lo que he visto o leído de las leyendas artúricas. Sin embargo, ésta no es una crítica de cine, sino que inicié con la misma porque me hizo reflexionar sobre como el hombre tiende, a través de su historia a transformar a sus líderes en mitos, y si pasan la prueba del tiempo, éstos se convierten en leyendas. Los ejemplos son numerosos.

Un ejemplo mexicano: Benito Juárez García. El único presidente indígena de México es una leyenda en México y América Latina. El Benemérito de América (no sé por qué habría de ser “de las Américas”, ya que sólo hay una) es la imagen de la rectitud política, de la austeridad republicana, de la defensa del país y de la separación de la Iglesia (Católica) y el Estado Mexicano. Sin embargo, don Benito no sólo fue un político sumamente impopular en su época, sino que además se aferró al poder hasta que la muerte lo alcanzó. Su llegada al poder se dio por el hecho del “auto-golpe” de estado que Ignacio Comonfort se dio a sí mismo ya que la ley vigente en ese entonces le daba la presidencia de la república al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para ese entonces, don Benito. Al momento de que se instaura nuevamente la república, don Benito no sólo no deja el poder sino que atropella la ley al no ceder su puesto al entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, don Jesús González Ortega, sino que usa recursos del Estado para ganar unas elecciones dudosas. Político a fin de cuentas. Político con la gran ventaja del buen juicio de la historia y de haber dado al clavo con sus muy impopulares medidas antieclesiásticas.

Otro ejemplo mexicano: don Porfirio Díaz. Otro presidente de origen eminentemente indígena y también oaxaqueño. Brillante general poco reconocido por su paisano don Benito. Duro, y sí, dictador. Sin embargo, cuando somos niños no nos dicen que fue el que trajo el primer desarrollo en México y bajo quien se dieron los primeros años de estabilidad y desarrollo económico para México. Vean las vías de ferrocarril…seguramente son de la época porfiriana. Pero la leyenda negra de don Porfirio es la del dictador de hierro sólo interesado en mantenerse en el poder. Sin embargo, veamos hecho duros: con Juárez no se da ningún avance económico significativo, ni siquiera después de irse los franceses; con don Porfirio, se da un resurgimiento mexicano que solamente se logró hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

Más de México: Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Ni siquiera se tiene registro de su existencia. Sólo sabemos de él por Luis Lasso y por el Nican Mopahua, la narración de las apariciones guadalupanas. Es un hombre que probablemente ni siquiera existió y hoy no sólo es leyenda, sino que es considerado historia real por la Iglesia Católica.

Un ejemplo estadounidense: Abraham Lincoln. Al igual que nuestro Benemérito de América, Lincoln es considerado el Gran Emancipador. Antes de él eran los Estados Unidos de América, después de él, era Estados Unidos de América. Sin embargo, y al igual que Juárez, Lincoln se hizo del poder y se arrogó poderes que hoy serían considerados de dictador. Y su leyenda es, sin embargo, la del forjador de la nación estadounidense y de ciudadano universal.

Sudamérica no está exenta. ¿Qué me dicen de Eva Duarte, conocida como Evita Perón? Una mujer que hoy por hoy es el símbolo político más importante de Argentina. Santa Evita le han llegado a decir. Una mujer que cubrió las villanías de su marido Juan D. Perón disfrazándolas de gran benefactora del pueblo. Pero no se nos ocurra decir nada de esto a algún argentino….es como si nos dijeran que Juárez era un vende patria.

Ejemplos hay miles. Mi única reflexión es que debemos de tomar en cuenta la historia real, leerla y hacernos de ella en la medida de lo posible. No hacer mucho caso a los historiadores de quincena, sino a la historia real. Ver la estatua de don Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México no lo hace menos mal gobernante. O ver la estatua de Karol Wojtyla (SS. Juan Pablo II) en la Basílica de Guadalupe no quita el hecho que México le era tan importante porque tan sólo México y Brasil representan más de una tercera parte de los católicos del mundo. Ése era el amor del papa Wojtyla por México y por Guadalupe. Fue Guadalupe la que logró que hoy haya más de 85 millones de mexicanos declarados católicos.

Me voy, como de costumbre con una cita, hoy de Siddartha Gautama conocido como el Iluminado (Buda): “No creas lo que te dicen los sabios sólo por que son sabios. Investiga tu propia verdad y si ésta no afecta a ningún ser viviente entonces esa es la verdad”.

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